jueves, 6 de marzo de 2014

 Donación de  Órganos 

Autor: Swami B.A. Paramadvaiti

El momento de la muerte es el más crucial por ser definitivo; allí todos los asuntos materiales ―como la política o la economía― pierden importancia. En cambio, lo que vale en ese instante es el estado de conciencia de la persona y el lugar adonde se dirige, un transito que se afecta al contemplar su cuerpo semimuerto en una sala de cirugía. Precisamente eso ocurre cuando se dona un órgano.  

Cuando los médicos diagnostican la muerte cerebral de alguien, por ejemplo, y determinan que esa persona no saldrá de dicho estado, hacen un corte desde la garganta hasta los genitales del paciente y luego llenan su cuerpo de agua (como si fuera una tina) para conservar los órganos que se destinarán para trasplantes. Una vez extraídos los órganos, los médicos introducen agua salina en el corazón, provocando un paro cardíaco. Cabe mencionar que los órganos se extraen cuando la persona presenta aún signos vitales, pues no sirven una vez el rigor mortis y el proceso de putrefacción han comenzado. 

Aunque este procedimiento quirúrgico podría garantizar la vida de las personas que requieren un trasplante, impide a la vez que el paciente al que le diagnosticaron la muerte parcial regrese a la vida. Aquí la muerte no es un hecho inminente, pues el corazón sigue latiendo y las facultades cerebrales se pueden recobrar. Ahora bien, en los casos en que el cerebro permanece paralizado, la extracción de los órganos no interrumpe la vida sino la oportunidad de morir con la necesaria asistencia espiritual. 

Los científicos desconocen que la persona siempre observa lo que sucede a su alrededor en el momento de su muerte, debido a que abandona su cuerpo burdo en un cuerpo sutil o astral. El cuerpo sutil es la cobertura que siempre acompaña al alma; está conformado por la mente, la inteligencia y el ego. A través de este cuerpo astral, el ser percibe todo cuanto le rodea, incluyendo la extracción de los órganos, en este caso. Ello lo llena de temor y confusión, lo traumatiza, enoja y angustia, pues aún no acepta que ha perdido el cuerpo burdo (o lo está perdiendo) y debe seguir adelante solo. Aun cuando se haya aceptado donar los órganos, el hecho contradice los intereses del ser explotado en la mesa de cirugía.

Como la persona vive momentos terribles de confusión a la hora de la muerte, los textos sagrados de la India recomiendan recordar a Dios, lo cual no es tan fácil, pues las cosas que se recuerdan en ese instante dependen de los deseos que la persona cultivó y de las acciones realizadas. ¿Por qué es importante pensar en Dios? Porque ello nos permite comprender la muerte, continuar la evolución espiritual y desapegarse del cuerpo para no entrar a vagar como un fantasma que lamenta la pérdida de la vida.  

Morir en un hospital con la dura escena de la extracción de los órganos priva de la posibilidad de morir en compañía de personas queridas que oren, entonen música sagrada y transmitan su apoyo amorosamente. Las Escrituras aseguran que lo más importante al morir es escuchar conversaciones sobre Dios o pronunciar sus Nombres. Como allí se determina nuestro futuro, qué mejor que conectarnos la voluntad del Señor para que nos proteja y guíe. 

Ser conscientes de Dios en el momento de la muerte es un gran regalo. Srila Prabhupada, un santo viashanava, dijo: “relacionarse con el Creador nos saca del ciclo del nacimiento y la muerte en las diferentes formas de vida, y nos lleva de vuelta al hogar, de vuelta a Él”. En esto consiste la perfección o la autorrealización. Una de las formas más auspiciosa de relacionarse o conectarse con Dios es a través de la recitación de sus santos Nombres: 

Hare Krisna Hare Krisna, Krisna Krisna Hare Hare,
Hare Rama Hare Rama, Rama Rama Hare Hare

Esta vibración trascendental es tan poderosa que puede cambiarlo todo. Ante el mayor de los peligros, la muerte, recomiendo a las personas pronunciar este Maha-Mantra.